Bueno, parece que otra semana nos libramos de la guerra termonuclear, pero no se confíen mucho vistos los niveles de testosterona y la excelente incorrección política de los antagonistas jefes...
Así además se olvidan las cosillas chungas que les acechan dentro, aunque eso seguramente sólo importe en el caso de los que deben responder ante la opinión pública, naturalmente.
El neosultán Erdogan finge que le importa, solamente.
Y hasta habrá quien se lo crea.
Mientras tanto, aquí hemos vivido una magnífica Semana Santa en todos los sentidos, incluyendo el meteorológico, lo que particularmente es casi un milagro como todos ustedes saben sobradamente; y eso a pesar del intento de unos desalmados de provocar una desgracia en la madrugá sevillana, porque cada vez son más obvios los intentos de cierta gentuza por perturbar la convivencia y el orden, y no soportan que las cosas vayan mucho mejor y se pueda retornar a una normalidad de la que ellos no pueden nunca formar parte, por pura lógica.
Sería deseable que sus acciones fueran castigadas con la severidad que merecen, que ya sabemos todos que por estas latitudes es irrisoria generalmente, y también legislación aparte, cuentan a menudo con la comprensión de ciertos jueces que se compadecen antes del delincuente que de los afectados por sus desmanes.
Para compensar, aquí hay una calidad de vida como en pocos sitios, y por eso somos de los destinos preferidos por casi todo el mundo y una potencia indiscutible con un equilibrio entre lo que se ofrece y lo que se paga que casi nadie puede igualar, nada que no sepan, pero para presumir un poquito por qué no, hemos dejado atrás lo peor de la crisis y toca felicitarse por ello y seguir remando para que cada vez sean más los sectores donde haya que celebrar cifras.
Para contrarrestar el sol, nuestro patrimonio paisajístico-cultural, la excelencia culinaria, el Estado del Bienestar y la simpatía de nuestras gentes, están las moscas cojoneras de siempre, ya saben, no puede haber festín campestre sin ellas, o sin las hormigas que acuden raudas a llevarse la tortilla, la felicidad completa no es cosa de este mundo, por eso hay un libro que se titula "Bichos y demás parientes", y esa calidad de la vida cotidiana del celtíbero se ve mermada por diversos tabarrones entre los que destaca por muchas cabezas el del nacionalismo con butifarra, que por lo general no percibe el visitante extranjero, pero que al natural Estepaisoleño le tiene hasta más arriba del colodrillo y le hace algunas veces desear huir a una isla desierta- cierto es que cada vez hay menos sitios adónde correr- para escapar de los plastas eternos.
No hay vacaciones de plastas.
Un día vi de reojo las noticias y leí que ahora pretenden que los parados se encarguen de la tramoya del butifarréndum.
No vaya a ser que les inhabiliten a todos.
Al día siguiente, vi una foto de Puigdemont, alias Cocomocho según Alfonso Rojo, con dos tontos muy tontos congresistas yanquis que se habían pasado con los cubatas y les había vendido el cromo después de pasearse por medio mundo sin que le hicieran caso ni los bedeles (en seguida hubo un comunicado de su embajada dejándoles como Cagancho y también se desvinculó el cacahuetero oenegero)
Otro rato leo que en los cines de Catetonia ya les ponen hasta el NO-DO cateto.
Ahora no sé qué dicen ya de volverse otra vez "autonomistas" en vez de "independentistas" y hacer elecciones en lugar de referéndum, porque también andan mosqueados entre ellos y ven negro futuro al engendro...
Esta misma noche o mañana temprano, habrá alguna parida que parecerá nueva siendo siempre lo mismo, "yo y mi ombligo".
Yo y mi ombligo roñoso.
Yo y mi ombligo padentro.
Yo y mi ombligo salido.
Mi ombligo mola más.
Yo y mi ombligo con pan tumaca.
Tu ombligo me roba.
Nos caes mal a mí y a mi ombligo.
Yo y mi ombligo queremos tu pasta.
Ese ombligo ya no se aguanta después de cuarenta años de sesión contínua (más todas las que llevaban antes de)
A la mierda ya el ombligo.
La verdad es que aún peor que el hartazgo del ombligo es hacerle mucho caso al ombligo, porque es sumamente reactivo el ombligo, es basilisco a la par que victimista el ombligo, un verdadero coñazo el ombligo.
Y así vivimos en este Cuento de la Buena Pipa o Historia Interminable por los siglos de los siglos, butifarra.
Son peor que una pesadilla garbancera a cuarenta grados y de postre torrijas.
Claro que en cuanto a ombligos protagonistas les está saliendo mucha competencia de todo tipo, la gente discreta y profesional está en decadencia y por desgracia.
Pero como se pirran por salir en los papeles a base de insultos o numeritos cuanto menos caso se les haga, mejor.
Vuelve el caudillismo, y además en su versión más cutre y maleducada.
Ahora les toca a otros ombligueros que también buscan eufemismos para lo suyo que es más viejo que la Chelito buscando la pulga y bastante más peligrosos que los de la butifarra.
Próxima parada del susto o muerte, elecciones gabachas
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