domingo, 21 de febrero de 2021

EL DINOSAURIO

 "Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí"


Ha pasado un año desde que todo se trastocó, y seguro que en más de una ocasión muchos hemos amanecido pensando que todo era un mal sueño, especialmente durante el confinamiento, para descubrir al instante siguiente que esta vez la pesadilla era real.

Todos hemos cambiado en algún sentido, y no necesariamente para bien como aseguraba la propaganda, ni como sería lo deseable entre hermanos en el mismo barco; no hay señales de que salgamos más fuertes ni mejores, más bien todo lo contrario, más desunidos, más enfadados, más necesitados de encontrar culpables, más deseosos de comprar crecepelos al primer profeta que pase, y en resumen, y con todo revuelto, carne de psicólogo, que deben ser de los pocos gremios a los que les va bien junto a los fabricantes de mascarillas y geles, las empresas de paquetería, los vendedores de estampitas varios, y pocos más.

Y es que al que no le ha tocado en carne propia la tragedia, conoce a alguien que ha sufrido una pérdida, quien no está en un ERTE sabe de muchos que le rodean lo están o van a estarlo, si es que no perdieron el trabajo ya, o a alguien que se mantiene al pie del cañón como puede sin compensaciones solamente por no tirar la toalla.

Incluso los que tienen la suerte de no haber cambiado su vida en exceso se ven afectados por la envergadura de la situación, puede ser que cualquier problema latente que viviera aparcado en un rincón, se haya colocado de golpe en medio de la habitación como el dinosaurio del comienzo, y no sepa qué hacer con semejante amenaza.

Lo que es evidente es que vivimos tiempos de desconexión y extrañamiento cuando estamos más conectados que nunca, y es un fenómeno preocupante, junto con, o derivado de la "infoxicación".

Sentir que desconoces a gente a la que creías conocer mucho, incluso allegados ya que se ha recuperado el término, sentirse distanciado de los que amas, no necesariamente por culpa de los obligados cierres perimetrales, son sorpresas desagradables muy frecuentes a causa de un cóctel ambiental tóxico preexistente que la pandemia ha agravado, y como parece ser que aún es ciencia-ficción volverse en el Delorean, pongamos al verano del 85, o al cómic del vídeo de A-Ha  (vintage que es una), y quedarse al menos hasta que pasen la pandemia de virus y la de la estulticia flipante, habrá que arar con los bueyes que tenemos y tirar p´alante porque también en lo cotidiano hay mucho de bueno, Dios está en todas partes, de peores cosas hemos salido, brilla el sol y cantan los pajaritos.

El verano del 85 fue fetén para servidora, estaba en una edad muy buena y pisaba fuerte, ahora estoy en una muy mala y piso reguleras, pero aún puedo dar patadas a quien lo merezca.

El caso es que cuando esta mierda de racha pase y vuelvan las juergas, espero que todos volvamos a reír y a pisar fuerte, yo también aunque sea un ratito, antes de guardar para siempre los tacones y adentrarme en las aguas calmas de las que no se vuelve (y esto lo dice una incondicional del zapato plano, la mantita y el sofá para quien la "juerga" es una copita de Navidad con amiguetes, nadita de cosas raras)


Todo volverá, tarde más o menos.

Ojalá funcionen bien las vacunas y avancen los tratamientos porque es la única forma de recuperar cuanto antes la normalidad sin adjetivos.


Mientras tanto, tendremos que seguir lidiando cada día esta complicada situación con la inestimable ayuda de los extremismos de los que quieren vivir como si el virus no existiera o los que nos quieren tener siempre encerrados como solución, los que quieren aprovechar la tesitura para acercarnos a la autocracia o a una revolución contra el sistema, y los que confunden la libertad de expresión con decir que la tierra es plana como una opinión válida o aquellos que pretenden usarla como excusa para el delito, y cuando tiene las derivadas consecuencias, quemarlo todo.

Sigan ustedes bien.

 

Supongo que iré volviendo a despotricar.